El
LATIFUNDIO Y LA TIENDA DE RAYA
"¿Esclavitud?
¿Quiere hacerme creer que todavía hay verdadera esclavitud en el hemisferio
occidental?- respondí burlonamente - ¡bah! Ustedes hablan como cualquier
socialista norteamericano. Quieren decir "esclavitud del asalariado",
o esclavitud de condiciones de vida miserables. No querrán significar
esclavitud humana. Pero aquellos cuatro mexicanos desterrados insistieron: -
si, esclavitud - dijeron- verdadera esclavitud humana. Hombres y niños
comprados como mulas, exactamente como mulas, y como tales pertenecen a sus amos:
son esclavos -¿Seres humanos comprados y vendidos como mulas en América? ¡En el
siglo XX!, Bueno - me dije - si esto es verdad, tengo que verlo"
Quiero desarrollar en este foro el
tema "El Latifundio y la tienda de raya como factores para el estallido
revolucionario" tema que me apasiona y a la vez me indigna, que me
produce ira y a la vez nauseas. Y que a todo ciudadano consciente del valor de
la libertad humana, producirá iguales o parecidos efectos.
Mi introducción es un fragmento del
muy conocido libro México Bárbaro, donde el autor John Kenneth Turner nos narra
su incredulidad ante la existencia de esclavitud en México. Sin embargo, sus
investigaciones periodísticas lo llevaran a comprobar tristemente una verdad
vergonzosa de nuestra historia nacional. Turner encontró que 50 personas
controlaban la riqueza de la península yucateca, mientras miles de esclavos
yaquis, mayas y mestizos, obtenidos por medios diversos como deudas o compra,
sostenían la economía de las haciendas henequeneras. Y supo que, bastaba
endeudarse con alguien relacionado a los reyes del henequén para terminar
pagando de por vida una deuda inacabable, que casi siempre heredaba a sus
descendientes. Además registro casos graves de esclavitud y maltrato;
flagelamientos públicos, trabajo de sol a sol, hacinamiento en los jacales,
niños y mujeres trabajando por nada de paga, y todos ellos muriendo mal
alimentados y castigados por cualquier mínima infracción. La vida de un
trabajador en estas condiciones se reducía a un año únicamente.
Turner creyó que al acercarse al
centro de México las cosas cambiarían para mejor, pero llego a Valle Nacional,
Oaxaca. Al llegar, lo primero que vio fueron largas filas de prisioneros atados
destinados para las fincas tabacaleras. Luego de unos días, el infierno le
pareció poca cosa ante esta región de dolor, muerte y desesperanza para el
humilde. En este valle, la humedad tropical y sus fértiles tierras, propiedad
original de los chinantecos, se habían convertido en presa de ricos mexicanos y
compañías extranjeras que se dedicaron a la siembra del lucrativo tabaco,
quienes habían formado apenas 30 haciendas en una extensa región.
Para hacerse de mano de obra barata,
habían endeudado a la población de la región, pero pronto la lucrativa
actividad conllevo a que miles de hombres, mujeres y niños de distintas partes
del país se encontraran ahí por deudas con patrones, por causas políticas, por
berrinches de los poderosos, y por los engaños de enganchadores que prometiendo
buenos trabajos lograban reclutar mano de obra regalada para los dueños de
haciendas tabacaleras. La vigilancia de capataces violentos y agresivos
impedían la huida y los castigos físicos y las torturas desalentaban a muchos
para escapar. Mientras la corrupción policiaca y gubernamental en todos los
niveles hacía que los pocos que lograban escapar fueron aprendidos nuevamente y
regresados a la finca a la que pertenecían. Si en Yucatán los esclavos podían
vivir un año, en valle Nacional no pasaban de los 7 meses.
Yucatán y Valle Nacional no fueron,
desafortunadamente, los únicos casos de latifundismo en México, en
prácticamente todo el país la gran hacienda, el hacendado y el peón, fueron las
piezas fundamentales del drama rural del país. La hacienda, unidad económica de
producción que implicaba la posesión privada de enormes extensiones
territoriales, había llegado con los conquistadores, fortalecida en el siglo
XIX con las leyes que los liberales, torpemente, habían dictado atentando con
ello con la noción de comunidad de los pueblos indios de México. Sin embargo,
fueron las leyes y reglamentos de Porfirio Díaz los que incrementaron la
magnitud de la desgracia, y su gobierno protegió a los Terrazas en Chihuahua
que poseían 2 millones de hectáreas, a Olegario Molina que poseía en Yucatán y
Quintana Roo 6 millones de hectáreas, además de algunos cientos de hacendados
mexicanos y extranjeros cuyas propiedades rebasaran las 10,000 hectáreas. Mientras
cientos de miles de mexicanos no disponían más que de una parcela que superaba
la hectárea y en ocasiones ni eso, para sostén económico de una familia.
Para volver aun más lucrativa la
hacienda, se creó el sistema de las tiendas de raya, casi todas dentro del
casco de la hacienda, donde se expendían productos de mala calidad y a precios
inflados. En un círculo vicioso los peones cobraban su sueldo en efectivo, sino
en vales, y únicamente podían comprar en el establecimiento oficial, propiedad
del patrón. Compraban lo más indispensable para la subsistencia y por su bajo
salario y los precios inflados, se veían en necesidad de solicitar crédito que
el patrón concedía, anotando la deuda que mes tras mes iba creciendo sin
posibilidad alguna de pagarla y recuperar la libertad.
La tienda de raya no solo estuvo en
el casco de la hacienda rural, las fábricas de Rio Blanco tenían una sola
tienda, de igual modo Cananea. Ahí se obligaba a los trabajadores a consumir
exclusivamente para incrementar la riqueza de los dueños. Entonces, las
infamias del sistema porfirista, llevaba a millones de mexicanos a la pobreza
extrema, a la hambruna crónica y a la desesperanza social.
Turner al final de su libro
comentara: “Bajo el bárbaro Gobierno mexicano actual, no hay esperanza de
reformas, excepto por medio de la Revolución” A los pocos meses de su
apreciación; Madero, Villa, Orozco y Zapata así como cientos de líderes
revolucionarios y el pueblo en general, se levantaran en armas y uno de sus
objetivos centrales será la destrucción del latifundio y la tienda de raya.
Luego de esta revisión histórica nos
queda decir, que en nuestras manos esta impedir siempre y en cualquier lugar la
injusticia social, la miseria generalizada, el hambre crónica y el abuso de
poder. En manos de los hombres y mujeres de este país, particularmente de los
hombres y mujeres jóvenes.