LA MUJER Y SU PARTICIPACIÓN EN LA
REVOLUCIÓN MEXICANA
El México de 1910 y
aun el actual, tiene ideales de cómo debían ser, pensar, sentir y actuar la
mujer. Es decir los roles de género. Se esperaban fueran amables, serviciales,
obedientes, sensibles, atentas y sacrificadas por sus padres, hermanos, maridos
e hijos. Así mismo sus metas se dirigían a convertirse en esposas, madres y
amas de casa. Las nuevas generaciones buscan cambios sociales que favorezcan la
igualdad de género.
En
el Porfiriato las mujeres se dividían en dos grandes sectores, las de la elite
porifirista cuya vida placentera era ofensiva para la mayor parte de las
mujeres y las del pueblo; campesinas y obreras que trabajaban hombro con hombro
para el sostén diario de un hogar. De las mujeres de la elite porfirista no
hablaremos, pues muchas de ellas dejaron el conflicto en manos de su marido y
las más huyeron al extranjero escapando de la violencia revolucionaria.
Hablaremos de las del pueblo, porque queremos hacer un homenaje a las mujeres
que participaron activamente en la Revolución.
Su
participación fue en rubros muy diversos como fueron las periodistas y
escritoras que con la pluma darán batalla al Porfirismo y serán ejemplo de
valor civil pocas veces visto. Destacan Juana Belén Gutiérrez que el periódico
Vesper defendió la causa de los mineros mexicanos afectados por el régimen de
Díaz. Guadalupe Rojo que en el periódico “Juan Panadero” defendió a los
campesinos de Yautepec Morelos, defensa ardiente que pago con la cárcel, y
María Hernández Zarco que, cuando 1913 la prensa capitalina se negó a publicar
el vil asesinato de Francisco I. Madero, ella publico en la noche y a
escondidas el discurso del Senador Belisario Domínguez que denunciaba tales
hechos. Muchas de ellas escribieron con seudónimos porque su valentía no debe
confundirse con estupidez, ya que sabían bien de los castigos a los disidentes
del régimen y muchas de ellas al ser descubiertas padecieron miseria, persecución
y cárcel.
Hablemos
también de las Conspiradoras y las reunidas en asociaciones liberales, destacando
las mujeres de la familia Serdán. Carmen Alatriste, madre de Aquiles, Carmen
Serdán su hermana y Francisca Valle su esposa, en relación directa con Guadalupe,
Rosa y María Narváez que se encargaron de la organización del levantamiento
maderista en Puebla, y la profesora María Arias Bernal que organiza el Club
Lealtad, de filiación liberal, que difundirán el crimen contra el Apóstol de la
Democracia y visitaran su tumba para recordar a la sociedad el crimen de
Victoriano Huerta.
Las
mujeres también se encontraban en las fabricas porfiristas, junto con los
hombres enrollando tabaco, procesando telas o envasando alimentos. Pero a
diferencia de los hombres tenían salarios inferiores y eran maltratadas
frecuentemente por los capataces. Se integraran a los sindicatos y hacia 1906
fundan la Sociedad de Empleadas de Comercio con fines asistencialistas pero de
base sindical. Estarán también presentes cuando en enero de 1907 sean
reprimidos los trabajadores de Río Blanco y sobre ellas, que encabezan el
movimiento de la toma de la tienda de raya, caen las primeras balas, destacando
la participación de Isabel Díaz, Anselma Sierra, Carmen Cruz, Margarita y
Guadalupe Martínez y Lucrecia Toriz.
Mencionemos
brevemente a las mujeres que vendieron sus bienes para sostener a la tropa
revolucionaria y a las enfermeras de los diversos grupos revolucionarios. Pero
hablemos con énfasis y orgullo de las soldaderas y adelitas. Aparecen cientos
de ellas en las fotografías de la Revolución, sucias, desarrapadas, con rostros
violentos y marcados rasgos populares. La Revolución fue un movimiento de masas
y en las masas aparece la mujer anónima, sin nombre, apellido, o lugar de
origen. Pero estuvieron ahí. Eran ellas las que preparaban la comida día a día,
las que cargaban en su espalda a un chiquillo hijo de algún revolucionario y
además un metate, petate y provisiones. Ellas alentaran a sus hombres a la
lucha, ellas harán que la vida en los campamentos fuera más agradable. Ellas
sacrificaron su seguridad y confort por seguir al hombre amor de su vida.
Así,
el valor de estas mujeres es incuestionable para la historia de México. Muchas
de ellas, años después, cuando el presidente Cárdenas distribuya pensiones
revolucionarias, narraran su historia y comprobaran su participación, anexando
para ello los grados que obtuvieron en batalla de coronelas y capitanas. De
muchas de ellas su nombre se perdió en el polvo de la historia. Pero
mencionemos por ultimo a una de ellas; Hermila Galindo, periodista relacionada
estrechamente al grupo carrancista que presentó a Venustiano Carranca muchos
temas de interés para la participación femenina en la política nacional. Pidió
que para el Congreso de 1916 el voto femenino fuera considerado, sin
conseguirlo. Pero algo obtuvo en la posibilidad del divorcio y la Ley de
Familiares de 1917 con lo que la mujer podía ejercer la patria potestad sobre
sus hijos.
En
algunos colegios y libros de secundaria se imparte una educación centrada en la
historia oficial enfocada a héroes, pero la mujer ha sido ignorada. Salvo en
algunos casos, las mujeres están ausentes en los libros de historia, por ello,
es necesario llevarlas hasta las aulas de las escuelas secundarias ya que, al
no incluirlas en diferentes tiempos y espacios, los alumnos pensaran que no es
falta de información propia de la historia tradicionalista de un sistema
patriarcal, sino que no han contribuido o han contribuido muy poco a la
conformación de nuestra sociedad.
Ricardo Ceballos Soto
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