viernes, 18 de enero de 2013

LA MUJER Y SU PARTICIPACIÓN EN LA REVOLUCIÓN MEXICANA



LA MUJER Y SU PARTICIPACIÓN EN LA REVOLUCIÓN MEXICANA
El México de 1910 y aun el actual, tiene ideales de cómo debían ser, pensar, sentir y actuar la mujer. Es decir los roles de género. Se esperaban fueran amables, serviciales, obedientes, sensibles, atentas y sacrificadas por sus padres, hermanos, maridos e hijos. Así mismo sus metas se dirigían a convertirse en esposas, madres y amas de casa. Las nuevas generaciones buscan cambios sociales que favorezcan la igualdad de género.
En el Porfiriato las mujeres se dividían en dos grandes sectores, las de la elite porifirista cuya vida placentera era ofensiva para la mayor parte de las mujeres y las del pueblo; campesinas y obreras que trabajaban hombro con hombro para el sostén diario de un hogar. De las mujeres de la elite porfirista no hablaremos, pues muchas de ellas dejaron el conflicto en manos de su marido y las más huyeron al extranjero escapando de la violencia revolucionaria. Hablaremos de las del pueblo, porque queremos hacer un homenaje a las mujeres que participaron activamente en la Revolución.
Su participación fue en rubros muy diversos como fueron las periodistas y escritoras que con la pluma darán batalla al Porfirismo y serán ejemplo de valor civil pocas veces visto. Destacan Juana Belén Gutiérrez que el periódico Vesper defendió la causa de los mineros mexicanos afectados por el régimen de Díaz. Guadalupe Rojo que en el periódico “Juan Panadero” defendió a los campesinos de Yautepec Morelos, defensa ardiente que pago con la cárcel, y María Hernández Zarco que, cuando 1913 la prensa capitalina se negó a publicar el vil asesinato de Francisco I. Madero, ella publico en la noche y a escondidas el discurso del Senador Belisario Domínguez que denunciaba tales hechos. Muchas de ellas escribieron con seudónimos porque su valentía no debe confundirse con estupidez, ya que sabían bien de los castigos a los disidentes del régimen y muchas de ellas al ser descubiertas padecieron miseria, persecución y cárcel.
Hablemos también de las Conspiradoras y las reunidas en asociaciones liberales, destacando las mujeres de la familia Serdán. Carmen Alatriste, madre de Aquiles, Carmen Serdán su hermana y Francisca Valle su esposa, en relación directa con Guadalupe, Rosa y María Narváez que se encargaron de la organización del levantamiento maderista en Puebla, y la profesora María Arias Bernal que organiza el Club Lealtad, de filiación liberal, que difundirán el crimen contra el Apóstol de la Democracia y visitaran su tumba para recordar a la sociedad el crimen de Victoriano Huerta.
Las mujeres también se encontraban en las fabricas porfiristas, junto con los hombres enrollando tabaco, procesando telas o envasando alimentos. Pero a diferencia de los hombres tenían salarios inferiores y eran maltratadas frecuentemente por los capataces. Se integraran a los sindicatos y hacia 1906 fundan la Sociedad de Empleadas de Comercio con fines asistencialistas pero de base sindical. Estarán también presentes cuando en enero de 1907 sean reprimidos los trabajadores de Río Blanco y sobre ellas, que encabezan el movimiento de la toma de la tienda de raya, caen las primeras balas, destacando la participación de Isabel Díaz, Anselma Sierra, Carmen Cruz, Margarita y Guadalupe Martínez y Lucrecia Toriz.
Mencionemos brevemente a las mujeres que vendieron sus bienes para sostener a la tropa revolucionaria y a las enfermeras de los diversos grupos revolucionarios. Pero hablemos con énfasis y orgullo de las soldaderas y adelitas. Aparecen cientos de ellas en las fotografías de la Revolución, sucias, desarrapadas, con rostros violentos y marcados rasgos populares. La Revolución fue un movimiento de masas y en las masas aparece la mujer anónima, sin nombre, apellido, o lugar de origen. Pero estuvieron ahí. Eran ellas las que preparaban la comida día a día, las que cargaban en su espalda a un chiquillo hijo de algún revolucionario y además un metate, petate y provisiones. Ellas alentaran a sus hombres a la lucha, ellas harán que la vida en los campamentos fuera más agradable. Ellas sacrificaron su seguridad y confort por seguir al hombre amor de su vida.
Así, el valor de estas mujeres es incuestionable para la historia de México. Muchas de ellas, años después, cuando el presidente Cárdenas distribuya pensiones revolucionarias, narraran su historia y comprobaran su participación, anexando para ello los grados que obtuvieron en batalla de coronelas y capitanas. De muchas de ellas su nombre se perdió en el polvo de la historia. Pero mencionemos por ultimo a una de ellas; Hermila Galindo, periodista relacionada estrechamente al grupo carrancista que presentó a Venustiano Carranca muchos temas de interés para la participación femenina en la política nacional. Pidió que para el Congreso de 1916 el voto femenino fuera considerado, sin conseguirlo. Pero algo obtuvo en la posibilidad del divorcio y la Ley de Familiares de 1917 con lo que la mujer podía ejercer la patria potestad sobre sus hijos.
En algunos colegios y libros de secundaria se imparte una educación centrada en la historia oficial enfocada a héroes, pero la mujer ha sido ignorada. Salvo en algunos casos, las mujeres están ausentes en los libros de historia, por ello, es necesario llevarlas hasta las aulas de las escuelas secundarias ya que, al no incluirlas en diferentes tiempos y espacios, los alumnos pensaran que no es falta de información propia de la historia tradicionalista de un sistema patriarcal, sino que no han contribuido o han contribuido muy poco a la conformación de nuestra sociedad.
Ricardo Ceballos Soto

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