lunes, 14 de enero de 2013

El liberalismo y su impacto en la Revolución Mexicana



El liberalismo y su impacto en la Revolución Mexicana
La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierran la tierra y el mar: por la libertad, así como por la honra, se puede y debe aventurar la vida
Miguel de Cervantes Saavedra (1547-1616) Escritor español.

La frase con que he iniciado este artículo refleja una percepción aceptada por todos de lo valioso de la libertad. Porque es de libertad de lo que hablamos cuando nos referimos al liberalismo como concepto político-filosófico que impacta a la Revolución Mexicana.
La revolución fue la fuerza de las masas populares desbocadas contra la falta de justicia y libertad dentro del sistema dictatorial porfirista. Sin embargo, no fue un movimiento carente de proyecto.
La Revolución de México se deseo y se pensó antes de comenzarse. Se deseo, pensó y discutió de años atrás a 1910. Se pensó entre las clases medias de profesores, periodistas, abogados, comerciantes en pequeño y todo ciudadano consciente de la dramática realidad del país como los sindicatos de obreros. Todas sus discusiones se animaban del antiguo espíritu del liberalismo político que venía del republicanismo en tiempos de Juárez y que la dictadura de Díaz había acallado, que nunca asesinado pues implicaba destruir a toda la generación juarista y aun los ideales más profundos de la sociedad mexicana del siglo XIX.
Y el liberalismo de ese siglo giraban en torno a la los derechos humanos de pensamiento, expresión y asociación. Pugnaba por un estado de derecho con separación efectiva de poderes; legislativo, ejecutivo y judicial. Por el respeto a los credos religiosos pero el estado laico ante todo. Por la igualdad jurídica entre los nacidos y habitantes de nuestro amado país. Por el derecho de los ciudadanos de elegir a sus gobierno. Y todo lo anterior respaldado por una Constitución benevolente, protectora y justa para todos los mexicanos.
Sin embargo, el México porfirista negaba el poder pensar ideas contrarias al régimen, expresarlas por medios escritos o reunirse en partidos políticos contrarios al oficial encabezado por el mismo Díaz. El estado estaba centralizado en un solo poder; el Ejecutivo en la figura del dictador, mientras el legislativo y el judicial eran lacayos incondicionales de las ordenes del presidente y sus secuaces. Puntualicemos aquí que la justicia la impartían los más encumbrados personajes porfiristas quienes eran dueños de vidas y honras dentro de las haciendas o fabricas de sus propiedades.
Pensar con un Estado laico era ridículo, las confesiones minoritarias religiosas eran permitidas a regañadientes por el sistema mientras los obispos y sacerdotes volvían a acumular inmensas cantidades de riqueza y a manejar ideológicamente a los mexicanos. Más irrisorio aún para el porfirismo era la igualdad jurídica de los nacidos y avecindados en México; los indígenas eran vistos como obstáculos al progreso y a la mayor parte de las comunidades se les arrebataban sus tierras, e incluso hubo grupos como los yaquis de Sonora a quienes se les extermino sistemáticamente al enviarlos como esclavos a Yucatán o a Valle Nacional Oaxaca.
En la dictadura de Díaz las clases sociales se habían recrudecido y marcado, mientras una pequeña elite nacional y extranjera disponía de todos los bienes, una mayoría de auténticos mexicanos no disponían de prácticamente nada. En las zonas industriales ganaba más un extranjero norteamericano o inglés, que un mexicano. Y la justicia se impartía siempre al beneficio del rico nacional o extranjero.
A principios del siglo XX, cuando la Iglesia y los arzobispos mostraban una fortaleza inusitada en México, los liberales herederos de la filosofía de las Leyes de Reforma formaran cerca de medio centenar de clubes liberales cuyos representantes se reúnen en San Luis Potosí para febrero de 1901 en un Congreso Liberal. Sabiendo que los ojos y oídos de Díaz les vigilaban de cerca, los más grandes representantes del liberalismo mexicano; Camilo Arriaga, Juan Sarabia, Antonio Díaz Soto y Gama, Librado Rivera y otros más, comenzaron con críticas al clericalismo y denuncias hacia los jefes políticos representantes menores del sistema dictatorial. Fue entonces cuando se dejo oír la oratoria virulenta y directa del joven Ricardo Flores Magón quien denuncio públicamente la concupiscencia del dictador con todos y cada uno de sus secuaces llamados jefes políticos, diputados, gobernadores, jefes de policía, rurales y todo funcionario público.
Fue este entusiasta periodista y defensor de los derechos del pueblo, quien grito a viva voz el dolor del mexicano humilde, de ese sin oportunidades de mejora y desarrollo en la hacienda, la fabrica o la industria, condenado a la miseria, la desesperación y el hambre. Su arriesgada y valiente participación lo llevara a la cárcel a él y a sus hermanos por ser críticos sistemáticos de la Dictadura y editores de periódicos de tendencia liberal. Ni la cárcel ni la persecución en su contra lo harán claudicar a sus ideas, como refleja el hecho que en febrero de 1903, aniversario de la Constitución de 1857, una manta gigante cubrió las instalaciones del periódico “El hijo del Ahuizote” que él escribía, con la foto de Benito Juárez y la leyenda provocativa “La Constitución ha muerto”.
Todo lo anterior porque los nobles artículos de la Carta Magna habían sido mancilladas en prácticamente todos sus puntos por el dictador mexicano que un día, hacia casi medio siglo la había apoyado. Desde el fin del Congreso Liberal hasta 1905, la persecución de estos valientes hombres fue la característica de Porfirio Díaz, por lo que la mayoría de ellos, sin garantía de libertad política, y aun de respeto a sus propiedades y vidas, huyen del país hacia los Estados Unidos. Tanta fue la represión de la dictadura, que fue necesario que los emigrados liberales fundaran el Partido Liberal Mexicano en San Luis Missouri, E. U para septiembre de 1905.
Pero ¿cómo comunicar los ideales del liberalismo de estos hombres de clase media a las bases populares del pueblo mexicano?, ¿cómo trasmitir las ideas a un pueblo que no sabía leer ni escribir?. Fue gracias a los estudiantes mexicanos y a todo habilitado en la lecto escritura, que, a riesgo de su vida misma leían para el pueblo los periódicos y panfletos de los liberales; Regeneración, El hijo de Ahuizote, Libertad y trabajo, Punto Rojo y otros medios de comunicación masiva, así como el programa del Partido Liberal Mexicano. Se leyeron en mercado populares, en pulquerías, bajo frondosos árboles dentro de las haciendas, frente a las escuelas, atrios de los templos, tiendas de las fabricas y todo lugar donde un mexicano lector tuviera confianza bastante para trasmitir la luz de la justicia y le liberalismo al sufrido pueblo mexicano.
Gracias a esas lecturas y a las caricaturas políticas que educaban las mentes de los no lectores, así como la injusticia y la vejación social palpable en el ambiente, que los liberales de Missouri harán un llamado a las armas en contra de Porfirio Díaz. Y su llamado encontró eco en cientos de mexicanos que se organizaron secretamente para derrocar este gobierno injusto. Pero los planes se supieron, los implicados se apresaron y para 1906 solo se levantaron algunos liberales en Acayucan Veracruz y en Jiménez Coahuila, estos que no fueron abortados por los secuaces del régimen, fueron acallados a fuego y sangre. 
Sin embargo, el liberalismo predicado por estos hombres, influirá en las huelgas de Cananea, Rio Blanco, y en prácticamente todo movimiento obrero y campesino de esos años. Por eso, México se encontraba deseoso de un cambio cuando para 1909 aparece en el horizonte político un hombre que hacía de la no reelección su bandera: Francisco I. Madero, y se unen a sus  filas quienes buscaban un cambio político y social en México. Los liberales fragmentados luego de su intento de revolución armada, volverán a reunirse en pro de la candidatura de Madero, para, cuando ven frustradas sus esperanzas de un cambio electoral pacifico, se irán a campos y ciudades para arrebatar por la fuerza, los derechos negados durante la paz de Porfirio Díaz.



No hay comentarios:

Publicar un comentario